25 años. 25 años he vivido en esta ciudad. La he visto crecer y ella a mí.
Apenas algunos meses de haber nacido, mis papás tomaron la decisión de cambiar de aires. Y vaya, qué aires los de la bella airosa.
Primero, llegamos a vivir a la zona de Parque de Poblamiento, después a La Plutarco para enseguida, regresar a Parque. La siguiente parada fue en San Cayetano, donde viví mi época de preescolar y donde además, me tocó ver crecer Zona Plateada.
Mucha de esa zona era terrecería y ahora solo queda el recuerdo de esas idas al jardín de niños. A veces caminando, a veces en bicicleta, conducida por mi tío o por mi papá. Con mi mochila de Pokémon, un juguito Boing de triangulito (patrocíname Boing) y mi sándwich envuelto en una servilleta de papel que siempre se le pegaba al jamón que sobresalía de las orillas.
A decir verdad no duramos mucho allí, casi enseguida de terminar el preescolar nos cambiamos de nuevo. Ahora sí, a un terrenito propio que con mucho esfuerzo mis padres levantaron. Y yo, como un párvulo sin mucha consciencia aún de todo ese esfuerzo, solo me ponía a jugar en los montones de arena, tierra y grava. Ahora con mucha admiración, aprecio infinitamente lo que ellos consiguieron y solo me resta continuar lo que empezaron.
De niño, lo que más recuerdo y me llamaba la atención de Pachuca eran sus luces en los cerros. Las luces de las casas de los barrios altos me causaban gran curiosidad y asombro. Era como Navidad pero en toda una ciudad.
El Reloj por supuesto, era un punto de interés y reunión. Extraño mucho y recuerdo con gran cariño esas tardes en las que íbamos a Plaza independencia, cuando en ese entonces todavía tenía las jardineras altas, con muchos árboles, ornamentas y bancas de concreto, y con mis papás nos sentábamos a comer, platicar, pasar el rato. Me encantaría repetir esos momentos, todo parecía más fácil y tranquilo.
Pachuca me ha dado grandes amigos, curiosas anécdotas y grandes personas. Imaginen mi sorpresa al enterarme que la historia de mi familia con esta ciudad tiene más antecedente del que pensé.
Con el tiempo aprendí a conocer la ciudad, su historia, sus lugares, sus tiempos, su gente. A veces dicen que los locales son fríos e indiferentes. Pienso que en realidad solo tienen diferente forma de aproximarse.
De Pachuca me gusta su clima, a pesar de ser algo cambiante y normalmente frío pero ese gusto de comerse unos esquites mientras anochece y te sientas a platicar en el Reloj me es muy grato.
Es una ciudad de la que me siento parte, a la que me da gusto ver crecer, mejorar. A la que siento que siempre puedo volver, porque tengo un hogar, una familia, amigos. Pachuca es mi casa.
Los invito a escuchar el podcast, mi buen amigo El Vago complementa este pequeño texto con algunos datos sobre la ciudad, espero les agrade.
Nos leemos después.